Se celebran 50 años del Diccionario de Uso del Español (DUE), recordados en un acto celebrado en la Biblioteca Nacional, conviene quizá precisar algunos detalles sobre la colosal obra y sobre su autora. Lo más urgente es recordar que Moliner no era (o no era sólo) el ama de casa que zurce calcetines y en ratos perdidos crea un diccionario, lo cual sería de por sí portentoso, sino que había desarrollado una carrera prominente como bibliotecaria durante la II República y fue purgada tras la guerra, al igual que su marido.
Si descontamos la humillación, su lugar de castigo, la biblioteca de la Escuela de Ingenieros de Madrid, tenía el único inconveniente para la eminente funcionaria de que le ofrecía un trabajo rutinario. Es entonces cuando le acecha "la melancolía de las energías no aprovechadas", según sus propias palabras, y empieza a fantasear con la idea de elaborar un diccionario mejor, y más pegado al uso, que el de la Real Academia Española (DRAE, ahora DLE).
A María Moliner, como a tantos otros, le desagradaban singularmente las tautologías del diccionario (el empleo de referencias cruzadas, ninguna de las cuales termina por definir nada) y sus muletillas ('dícese de', 'acción y efecto de'...), como apuntaba Hipólito Escolar, cofundador de Gredos, la editorial que acabaría publicando el DUE gracias al apoyo de Dámaso Alonso, entonces director de la Biblioteca Románica Hispánica de la casa.
Lo que Moliner esperaba una empresa "de seis meses" se alargó durante 15 años de vivir sepultada bajo miles de pequeñas fichas, cuya extensión medía su marido con una cinta métrica para mandarles noticias a los hijos. La bibliotecaria y lexicógrafa 'sobrevenida' se nutría sobre todo de periódicos, donde "viene el idioma vivo, el que se está usando, las palabras que tienen que inventarse al momento por necesidad", decía.
Otra lexicógrafa ilustre, Paz Battaner, que ha ingresado recientemente en la Real Academia Española, defiende que el arte de hacer diccionarios es una de las raras disciplinas que confiesa "con valentía" 'humillaciones' como "la existencia de los bucles y los cortocircuitos en las definiciones de algunas voces". María Moliner no tardó en comprender que las trampas del DRAE eran consustanciales al trabajo del lexicógrafo, forzado siempre a determinar "el nivel cero del vocabulario de definición"; en otras palabras, a decidir por qué términos se empieza a definir.
Su manera de vadear el obstáculo se llamó "cono léxico", una estructura ascendente de términos en cuya cumbre se situaban voces que, sí, había que definir con tautologías o con "una suma de casos de aplicación para suministrar una idea intuitiva del significado de la palabra", como ha escrito Luis Alberto Hernando Cuadrado.
Reseña: Pepita Jiménez de Juan Valera Los hechos transcurren en el año 1874. Es un texto epistolar, que trata la sociedad de la época. La historia narrada es sobre Luis de Vargas, que se enamora de la misma mujer que su padre. Luis de Vargas vuelve a su casa con su padre después de haber estado 10 años con su tío, quien lo ha formado para que llegue a ser sacerdote y misionero. El padre de Luis le presenta inocentemente a Pepita Jiménez muchacha de 20 años a lo que pretende. Ambos jóvenes sin quererlo, ni darse apenas cuenta se enamoran perdidamente. Esto le produce a Luis un conflicto consigo mismo muy intenso, pues su propósito en la vida ya estaba escrito y hasta el Papa había dado su aprobación. Finalmente, cuando se disponía a despedirse para siempre de Pepita los dos caen en la tentación. La novela acaba narrando su boda y el nacimiento de su hijo primogénito. Me ha gustado que la historia de amor llegase a buen fin y sobretodo la reacción del padre al enterar
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